La legendaria banda de los años ’90 volvió al país por sexta vez en su carrera y fue con sus dos integrantes claves, al igual que en 1992 y 1993. Hubo más de 60 mil personas.
Parece mentira, pero pasaron casi tres décadas (29 años) desde que Axl Rose y Slash pisaron juntos un mismo escenario en Argentina. Era un regreso tan esperado que las entradas para el show del viernes a la noche en River se agotaron rápidamente, sumando unas 60-65 mil personas.
Para completar el sonido original de Guns N’Roses, también vinieron dos integrantes históricos del grupo: el bajista Duff McKagan y el tecladista Dizzy Reed. También estaban en el escenario Richard Fortus en guitarra rítmica, además del baterista Frank Ferrer, que toca con Axl desde el 2006.

Puntualidad perfecta
A diferencia de las largas esperas de otras visitas, esta vez el recital comenzó con puntualidad perfecta: a las 21 horas se proyectó un video en las pantallas gigantes, que desembocó en la frase el off «Please welcome…»
Comenzó a sonar It’s so easy, el primer tema de casi tres horas de show, y nadie lo podía creer. Era Guns N’Roses en vivo, con Axl y Slash, en pleno 2022. El cantante arrancó con la voz muy fría, pero con el pasar de los temas fue entrando en calor. Su voz es una sombra de lo que era hace tres décadas, pero sigue convenciendo y transmitiendo con convicción.
Axl estaba vestido con un jean roto, botas y varias remeras que fue cambiando cada dos o tres temas, hasta que promediando el concierto se puso un saco negro brillante. Su cara guarda una lejana similitud con aquel flaquito reventado de sus comienzos en Los Ángeles, y lo que no arruinaron los excesos lo hizo el botox y un entretejido a la antigua.
Pero bastó verlo cantar meneándose y jugando con el pie del micrófono, o correr de un extremo del escenario al otro, para darse cuenta que sin dudas era Axl Rose, aunque su cara parecía la de Michael Myers.
Slash, en cambio, lució como siempre: galera negra, largo pelo enrulado y camisa desabrochada hasta el ombligo. Fue el sostén de la banda, con un solo de guitara mejor que el otro, todos con inventiva, originalidad y un sonido indiscutiblemente propio.

En todos estos últimos años, Axl vino tres veces al país sin Slash, y no fue lo mismo. Y Slash vino media docena de veces con su gran banda, pero la magia que logra conjurar es otra. Juntos, como la vieja dupla de los cines, son dinamita.