El fútbol no está de luto, el fútbol murió

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Por Mariana Massa, de la Redacción de Baires Centro.

Soy periodista pero también persona, soy hincha de Gimnasia y Esgrima La Plata y estos detalles los doy para que se entienda por qué escribo esta nota con mi firma personal. Hace 9 años vivo en otra ciudad, lejos de La Plata, extrañando siempre el clima futbolero platense, a la comunidad tripera…esa que siente, que se expresa, que alienta, que acompaña, que espera, que sueña. Anoche estaba expectante como todos los triperos. A la distancia, durante todo el día, me sonreía al ver que El Bosque era lo que siempre fue: el lugar de los triperos. Pensaba en mi papá y los nervios que le recorren el cuerpo cada vez que juega “El Lobo”. Lo que nunca podía imaginar era que horas después la muerte iba a teñirlo todo.

El 6 de octubre de 2022 quedará marcado en la historia como uno de los días más tristes en el fútbol argentino. Sería redundante contar los hechos que ya todos conocen. Nada alcanzará para explicar una muerte: la de un hincha que había ido a alentar al club de sus amores junto a su hijo. Tampoco para ese niño que perdió un ojo, ni para esa infinidad de personas que sintieron que todo se terminaba allí.

Suena dramático y lo es, la fiesta ya no existe, nada será igual. Los triperos esperaban ansiosos un partido clave para que el sueño de gritar “campeón” siga en pie. ¿A alguien le importa eso esta mañana? Murió un hincha y con él se fue lo lindo del fútbol.

“Vino a alentar al Lobo y se me fue el Gordo”, escribió el hijo de César “Lolo” Reguerio, al que el pueblo de Gimnasia y Esgrima La Plata llora definiéndolo como un “tripero de pura cepa”. El Ministro de Seguridad de la Provincia, Sergio Berni, anoche decía que sólo había un fallecido, que “gracias a Dios” había heridos leves, como si eso fuese poco.

¿Alcanzan las sanciones, los despidos y que las autoridades actúen después de la tragedia? ¿Alcanzan comunicaciones oficiales lamentando los hechos? ¿Alcanza que estos hechos marquen un punto de inflexión? Quizás alcance para la dirigencia del fútbol, para el arco político, para los que necesiten “lavar” sus culpas, pero para los seres queridos de “Lolo”, no. Tampoco para los hinchas que están desgarrados de tristeza y dolor ni para el común de las personas que se estremecen al ver lo sucedido.

Mujeres y hombres corriendo, niños llorando, personas que no podían respirar y escapaban de la asfixia, abuelos con dificultades para caminar, la desesperación hecha carne. Disparos, gases lacrimógenos y lo inexplicable: la muerte.

El fútbol no está de luto, el fútbol murió.

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