En su testimonio, Norma brindó detalles sobre las circunstancias que llevaron a su padre a ser víctima del plan represivo de la última dictadura cívico-militar, desplegado en un esquema de áreas y zonas, que incluían Azul en la Subzona 12, entre otras ciudades del centro de la provincia de Buenos Aires.
Por Soledad Restivo – Agencia Comunica/FACSO-UNICEN
El pasado viernes tuvo lugar la trigésimo octava audiencia del juicio por los delitos de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura en el corazón de la provincia de Buenos Aires. Para esta jornada se programaron tres testimonios, de los cuales dos demandaron que la sesión se realizara a puerta cerrada y sin transmisión, lo que priva de brindar mayores detalles sobre estos casos.
Al igual que muchas familias argentinas, Norma Sarde relató que se enteraron del Golpe de Estado a través de Radio Colonia, una emisora uruguaya. En su testimonio, Norma brindó detalles sobre las circunstancias que llevaron a su padre a ser víctima del plan represivo de la última dictadura cívico-militar, desplegado en un esquema de áreas y zonas, que incluían Azul en la Subzona 12, entre otras ciudades del centro de la provincia de Buenos Aires.
Héctor Sarde ejercía como dirigente gremial en SMATA y concejal peronista en Azul. La madrugada del 24 de marzo de 1976, un operativo militar lo secuestró en presencia de sus hijas y su esposa. Fue trasladado a la prisión de la Unidad 7, donde ocupó una celda en el pabellón destinado a los presos políticos, y recuperó su libertad entre una semana y diez días después. En este contexto, es relevante recordar que Norma Giménez, esposa de Héctor, dio testimonio el pasado 13 de junio en el marco de este juicio.
La liberación de Héctor ocurrió después de una detención que osciló entre una semana y diez días, una liberación que, si bien marcó el fin de su encierro físico, no logró disipar la sombra de la experiencia que había soportado. Se repite el relato signado por el silencio subsiguiente que se convirtió en un velo que ocultó los detalles.
Sin embargo, los testimonios, aún siendo escasos y frecuentemente limitados por el silencio impuesto, revelaron las secuelas. La herida del pasado perdura en el presente, recordándonos que, pese a los años transcurridos, el impacto de aquellos días oscuros sigue resonando en las vidas de quienes resultaron afectados y afectadas.