La Expomiel nació de la mano del Centro de Apicultores de Azul en el año 1987 y tuvo el acompañamiento del municipio local, del INTA y Sociedad Rural de Azul que puso las instalaciones. En el mes de febrero de 1996 la Secretaría de Turismo de la Nación, la consagró fiesta nacional a través de la Resolución 40/1996.
El presidente del Centro de Apicultores de Azul, Fernando Lapi, cuenta que «en la primera Expomiel hubo 6 empresas, y en la que realizamos este año fueron 90 stand ocupados por 60 empresas apícolas y los Institucionales que corresponden a nuestro sector. Con el correr del tiempo, el evento se transformó en una exposición del sector apícola, siendo la exposición más importante del país en lo que respecta a la industria del sector, y convirtiéndose en la vidriera apícola de la Argentina al mundo».
Y agrega: «Además, la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA) llevó a cabo el Congreso Argentino de Apicultura. La provincia de Buenos Aires y nuestra zona tiene una gran importancia, ya que somos muchos los apicultores que tenemos colmenas en la Cuenca del Salado y en el Sudoeste».
Lapi resalta la importancia de la Expomiel: «Significa mucho, ya que es un lugar de encuentro anual y las charlas en los pasillos son muy amenas y se han convertido en un clásico dentro de la feria. Además, al estar todos los proveedores en un mismo lugar, nos permite analizar cómo está la situación y realizar, empezar o terminar las compras o ventas».
«Este año la 34º Expomiel y la 25º Fiesta Nacional de la Miel fue muy buena pese a la situación económica y climátca que está atravesando el sector. Vino mucha gente de nuestro país y países limítrofes. La venta de insumos fue superior a lo que esperaban las empresas, lo que demuestra que el apicultor sigue apostando y esperando que mejoren las variantes económicas», cerró.
La Expomiel es un festín visual y educativo, donde las generaciones jóvenes y mayores se unen para aprender y celebrar la maravilla natural de la miel. Con su mezcla única de tradición y vanguardia, el evento ofrece una oportunidad para conectar con la naturaleza y comprender el intrincado mundo de las abejas y su laboriosa contribución a nuestro ecosistema.
En resumen, es mucho más que un evento culinario; es una celebración de la unión entre el hombre y la naturaleza, encapsulada en un tarro de miel dorada. Por Sergio Romano (extracto)