En su discurso de tres minutos el Presidente aseguró que «no hay inocentes en esta historia» y responsabilizó al organismo internacional por los fondos otorgados durante el gobierno de Mauricio Macri.
En su primera intervención en el marco de la Cumbre del G-20, el Presidente Alberto Fernández habló de la desigualdad profundizada durante la pandemia, la concentración de la riqueza y pidió fijar nuevas reglas para el financiamiento. El Mandatario sostuvo que la deuda que Argentina tomó con el FMI “es un claro ejemplo de lo que está mal”.
“Estuve aquí, días antes de que el virus ingresara a Europa. Semanas después, la pandemia golpeaba las puertas de América. Desde entonces, mientras contabilizamos enfermos y muertos, vimos como la desigualdad se profundizaba”, dijo Fernández.
Además, agregó que “nuestra templanza está a prueba. Quienes renegamos de un mundo en el que la riqueza se concentra y la pobreza hunde a millones, debemos fortalecer nuestras convicciones. Es hora de convocar a una reflexión colectiva. Es tiempo de que nuestras almas se involucren tanto como nuestros cerebros”.
“En el marco de la pandemia, estas disparidades estremecen. Casi el 80 % de las vacunas producidas se aplicaron en países de altos ingresos. En cambio, más del 60% de la población de nuestra región aún no tiene completado su esquema de vacunación. La vacuna aún no es un bien global. Ese triste panorama se patentiza cuando vemos que se restringe la movilidad de las personas según haya sido la vacuna a la que pudieron tener acceso”, indicó.
Por otro lado, opinó que “el financiamiento internacional debe fijar nuevas reglas para poder igualar nuestras sociedades, con impactos positivos y enfrentando el cambio climático” y añadió que “el actual sistema, que prioriza a la especulación por sobre el desarrollo de los pueblos, debe cambiar. La deuda externa que mi gobierno heredó con el Fondo Monetario Internacional y que hoy estamos afrontando es un claro ejemplo de lo que está mal: única en la historia por su monto y por sus condiciones de repago, aprobada para favorecer a un gobierno en la coyuntura, acaba condenando a generaciones que miran impávida el destino que le ha sido impuesto”.
“No hay inocentes en esa historia. Son tan responsables los que se endeudaron sin atender las ruinosas consecuencias sobrevinientes, como los que dieron esos recursos para financiar la fuga de divisas en una economía desquiciada”, concluyó.