El cardenal argentino Eduardo Pironio quedó a pocos pasos de la beatificación

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El Papa declaró venerable al cardenal nuevejuliense, Eduardo Pironio, autorizando la promulgación del decreto de la Congregación para las Causas de los Santos que reconoce las virtudes heroicas del cardenal argentino y avanza en el camino para ser beato.

El papa Francisco reconoció el 18 de febrero las virtudes heroicas del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio quien fue obispo de Mar del Plata y presidente del Consejo Pontificio para los Laicos y uno de los creadores de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

El cardenal Eduardo Francisco Pironio fue un “hombre de fe y esperanza, un hombre lleno de gracia y santidad. Hoy los invito a rezar especialmente por él “para que la Iglesia lo pueda elevar prontamente a los altares, pidió el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, antes de comenzar la misa en su memoria, el último 6 de febrero, a 24 años de su partida. Misa que se celebra cada año desde su fallecimiento, el primer domingo de febrero en el santuario de Nuestra Señora de Luján, donde descansan sus restos, con el propósito mantener viva y actualizada su persona y su vida y, también, para pedir por su beatificación.

Quién fue Eduardo Pironio

La Agencia Informativa Católica Argentina, recopila su historia de esta manera:

El cardenal Pironio, nació el 3 de diciembre de 1920 en Nueve de Julio, en el seno de una familia de emigrantes italianos, y falleció en Roma el 5 de febrero de 1998. Persona de gran calidad humana y profunda espiritualidad, fue su madre quien le transmitió -con oración constante- una fe fuerte y luego fortalecida con el estudio, la lectura y la meditación.

Su personalidad se caracterizó por la esperanza y la alegría, ligada a la espiritualidad mariana, propia del Magníficat. Pastor paterno, manso, acogedor, firme pero comprensivo, en su trabajo dio importancia a las relaciones personales. Para él, las relaciones eran primordiales: construir amistades y hacer crecer al otro a través de los encuentros.

Fue Cardenal obispo de la Iglesia católica titular de la sede suburbicaria de Sabina-Poggio Mirteto, es el sexto argentino agregado al Colegio cardenalicio, y el primer latinoamericano que desempeñó un cargo en la Curia Romana al momento de su creación cardenalicia.

Fue cardenal prefecto de Vida Consagrada (1974 – 1984) y presidente del Pontificio Consejo para los Laicos (1984 -1996). Asistió al Concilio Vaticano II, y a los cónclaves de 1978.

Eduardo Pironio fue el hijo número veintidós de Giuseppe Pironio y Enrica Rosa Buttazzoni,  emigrados a la Argentina ya como matrimonio desde la región de Friuli, Italia en 1898.

A los 18 años ingresó al seminario San José de La Plata, 5 años después con 23 años recién cumplidos es ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1943 en la Basílica de Nuestra Señora de Luján por monseñor Anunciado Serafini.

Es nombrado profesor de literatura, latín, filosofía y teología sucesivamente en el Seminario Pío XII de Mercedes donde se dedica a la formación del clero durante 15 años.

Entre 1953-1955, estudia en Roma, donde obtiene la licenciatura en teología por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum). Su tesis versa sobre La Paternidad Divina en los escritos de Dom Columba Marmion.

A su regreso de Europa sigue como formador en los seminarios de Mercedes y La Plata, hasta su nombramiento como vicario general. El 8 de diciembre de 1958, Pironio fundó el Instituto Secular «Misioneras de Jesucristo Sacerdote» en la localidad de Mercedes (provincia de Buenos Aires), con la consagración de las tres primeras misioneras.

Durante la década de 1950 aparecen sus primeros escritos en la Revista de Teología del Seminario de La Plata y en la revista Notas de Pastoral Jocista, órgano de la JOC, Juventud Obrera Católica en la Argentina.

Sigue la guía pastoral del Padre Manuel Moledo, quien lo guía en su formación universitaria y en la dedicación a la Acción Católica. Desde sus primeros años como sacerdote acompaña como asesor eclesiástico numerosos grupos de Acción Católica.

En 1958 monseñor Serafini lo designa vicario general de la diócesis de Mercedes y se desempeña como profesor de Teología en la recientemente fundada Universidad Católica Argentina.

En 1960 el cardenal Antonio Caggiano, arzobispo de Buenos Aires, lo nombra rector del Seminario Metropolitano de Villa Devoto, asume el cargo como el primer rector del clero diocesano después de la dirección de los padres jesuitas.

En 1963 es designado visitador apostólico de las universidades católicas argentinas.

Fue Decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires.

El 31 de mayo de 1964, en la basílica de Luján es ordenado obispo con el título de Ceciri y obispo auxiliar de La Plata. Fue consagrado por el arzobispo de La Plata, monseñor Antonio José Plaza y como coconsagrantes monseñor Luis Juan Tomé, obispo de Mercedes (hoy Mercedes-Luján) y monseñor Antonio Quarracino, obispo de Nueve de Julio.

Pironio eligió como lema episcopal: « Christus in vobis spes gloriæ»: «Cristo entre ustedes, esperanza de la gloria», una frase de la epístola a los Colosenses 1:27. El tema de la esperanza estaría presente de forma continua en su predicación y en sus escritos.

Se dedica al servicio pastoral de la arquidiócesis y también asume como asesor general de la Acción Católica Argentina.

El papa Juan XXIII lo nombró perito para la segunda sesión del Concilio Vaticano II; y al crearse en la Curia Romana el Secretariado para los No Creyentes, fue designado miembro. Fue también presidente de la Comisión de Fe y Ecumenismo de la Conferencia Episcopal Argentina.

En 1967 fue designado administrador apostólico de la diócesis de Avellaneda. En agosto de 1969 el papa san Pablo VI lo nombró secretario general de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Medellín, Colombia.

En 1970 fue elegido secretario general del Celam. En noviembre de 1972 fue elegido presidente del Celam y reelegido en 1974. Como secretario general del Celam, Pironio ejerció marcada influencia en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968), y después como presidente del Celam definió el perfil de la Iglesia latinoamericana post-conciliar.

El 27 abril de 1972 Pablo VI lo nombró obispo de Mar del Plata hasta el 20 de septiembre de 1975. Entusiasmado por la figura de Pironio, el santo padre Pablo VI lo llama en 1974 para que predique los ejercicios espirituales de Cuaresma en la Curia Romana.

El 19 de septiembre de 1975, el Sumo Pontífice lo designó proprefecto de la Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares, dicasterio del que luego fue prefecto, y lo trasladó de la sede episcopal de Mar del Plata a la sede arzobispal titular de Thiges.

En el consistorio del 24 de mayo de 1976 el Santo Padre lo crea cardenal con el título de los Santos Cosme y Damián.

El 9 de abril de 1984 Juan Pablo II lo designó presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, y lo  confirmó por un segundo quinquenio el 9 de abril de 1989 y por tercera vez el 9 de abril de 1994, hasta 1996 cuando presenta su renuncia.

El 11 de febrero de 1985 Juan Pablo II crea la Pontificia Comisión para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, y designa presidente al cardenal Pironio. Este cargo lo ejerció juntamente con la titularidad del Pontificio Consejo para los Laicos, hasta que el Papa reforma la Curia y convierte a la Pontificia Comisión en Pontificio Consejo con su propio presidente.

Como presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Eduardo Pironio por deseo de Juan Pablo II organizó la primera Jornada Mundial de la Juventud (JMJ)  en Roma (1985) y las que le siguieron en Buenos Aires (1987), Santiago de Compostela (1989), Czestochowa (1991), Denver (1993) y Manila (1995).

Juan Pablo II recordó el gran aporte del cardenal Pironio a las JMJ en la misa de su funeral, el sábado 7 de febrero de 1998: «¿Cómo olvidar el gran aporte que dio a las celebraciones de las Jornadas mundiales de la juventud? Quisiera dar gracias públicamente aquí a este hermano nuestro, que me prestó una gran ayuda en el ejercicio de mi ministerio petrino».

Murió en Roma el 5 de febrero de 1998 y sus restos están sepultados en la Basílica de Luján.

La beatificación de Pironio

El proceso para su beatificación fue impulsado por la Iglesia católica argentina e iniciado en el Vaticano en 2017. Comenzó con el análisis de su vida, sus obras, homilías y hechos trascendentes hasta la búsqueda de dos milagros, hechos clave y necesarios para la canonización.

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